Cae la lluvia detrás de mi ventana, palidece el mundo y se derrumba empapando en odio y violencia la sinrazón.
El hombre, que necesita ser guiado, se aferra a un grupo, y este en muchas ocasiones obedece al adalid equivocado. Se olvida que él nació libre en un universo infinito y sin fronteras, que es una pequeña gota de lluvia en la inmensidad del mar, y sin embargo posee todo lo mejor que nadie jamás le pudiera regalar.
El hombre que brotó cuál semilla del interior de la madreTierra y recibió todo el alimento de ella, se hizo grande, adolescente rebelde, en ocasiones desagradecido y destructor. No supo valorar el paraíso, compartir con su hermano los frutos salidos del corazón. Apenas la empatía visitaba su mente,... y el egoismo la invadió. Solo yo y los míos, los demás no...Solo los que piensen como yo.
Entonces llegó la guerra y el enorme monstruo negro tiñó el mundo de sombras, todo se oscureció. El llanto deshizo la risa, el hambre se alimentó de más odio y rencor. El caos y la barbarie salieron a conquistar las calles y a ellos se les unió la destrucción.
En medio de tanta miseria y dolor un pequeño, aún inocente, se pregunta qué es lo que pasó. Cómo es posible que el hombre no entienda que el mundo es hermoso y que la vida es un don. Que estamos aquí por algo y para algo; que venimos de paso a dejar, de nosotros, lo mejor.
Su mirada recorre las calles regándolas con lágrimas de lluvia clara y transparente como el amor, que quieren limpiar el mundo de nuevo y cubrirlo de esperanza para conseguir un futuro mejor.
Pintando palabras.
Portalo
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