Aunque ya ha amanecido y los primeros rayos de sol deslumbran mis ojos, incluso cerrados,como cada mañana me hago la remolona. No tengo prisas, por fin conseguí que el tiempo me pertenezca por completo. Toda una vida persiguiéndolo y ahora que es mío me siento poderosa.
Espero el sonido de la musiquilla estridente del móvil de Jorge, apenas quedan unos minutos para que su rutina comience y siento que así sea, pues se que, al igual que yo, él desea poder mostrarse y ser él mismo a través de toda la creatividad que alberga en su interior. Sin embargo el mundo es cruel, nos atrapa en su jaula dorada y nos exhorta al consumismo exacerbado convenciéndonos de que es una necesidad para la supervivencia. Y todos caemos en la trampa. Tan solo algún valiente ávido de libertad, al que resbala lo que los demás piensen, se sale del camino marcado. Sin embargo yo no soy esa osada, diferentes circunstancias en mi vida, curiosamente extremas, provocaron mi feliz estado, pero he de reconocer que "la esclavitud" de mi marido, muy a mi pesar, es el respaldo que provoca esta calma.
Él se levanta y toma dirección al aseo como cada mañana, desayuna de prisa, incluso hay muchos días que no lo hace, y después de darme un leve beso marcha a un trabajo que le absorbe cada vez con más fuerza. A estas edades la posibilidad de cambiar a algo mejor se hace impensable.Yo cojo el móvil y Acedo a YouTube para reproducir el ejercicio de meditación, hace unos meses que decidí ordenar mi vida, y espero conseguirlo, al menos en algunos aspectos. Iré poco a poco, soy consciente de que necesito comenzar a cuidarme, sobre todo tras los últimos acontecimientos.
Me aseo y desciendo las escaleras hasta la planta baja de nuestra vivienda, allí se encuentran las principales piezas. Acedo a la cocina a preparar el desayuno, una tostada con aceite de oliva y miel, un humeante y aromático café con leche y una tajada de suculento melón. Lo organizo todo en una bandeja y con sumo cuidado lo traslado al salón situándolo en la mesita pequeña dispuesta a disfrutarlo con la mayor predisposición. He de reconocer que el desayuno es mi comida favorita del día.
Mientras saboreo a sorbitos pequeños el café a su justa temperatura e inspiró su inigualable aroma, hecho un vistazo a las redes sociales, a veces miro las noticias en televisión, pero he de reconocer que cada vez menos, odio que el optimismo que me invade cada amanecer terminé embarrado por las incesantes malas noticias. Más aún desde que comenzó esta terrible pandemia en la que aún nos hayamos inmersos. Es cierto que soy hipersensible, debo reconocerlo abiertamente, para bien y para mal...
Sin embargo, no creo que haya persona humana que aguante tanta negatividad y pesimismo sin inmutarse.
Hoy encendí el televisor, solo el tiempo necesario para escuchar otra pésima noticia:
"Afganistán y la llegada al poder de los talibanes"
El desamparo de las mujeres afganas:
"Moriremos lentamente en la Historia"
No consigo entender cómo esto continúa sucediendo. Aún las mujeres son tratadas como esclavas. De repente todas mis reflexiones anteriores se convierten en nimiedades sin sentido. Es cierto que debemos continuar luchando, también en nuestro país por una igualdad real de género, a pesar de los adelantos aún queda mucho por construir, pero, ¿de qué sirve perder el tiempo y el dinero en leyes vanas y triviales si no se ataja de raíz el problema?
Tantas mujeres de nuevo vejadas, maltratadas, anuladas, borradas del mundo. Ocultas bajo un manto negro como la noche más amarga.
Mujeres negras, sin color...sin luz ni esperanza. Me enerva sobremanera la pasividad del mundo frente a estos acontecimientos, que no son nuevos.¿Dónde están los que presumen de defender de verdad la igualdad?
Mi incomprensión no tiene límites... ¿por qué es tan difícil que ellos entiendan a la mujer como ser humano pensante y lleno de sentimientos? Lo que sí es cierto es que son ellos las bestias irracionales, dignas de cautiverio.
Me indigna sobremanera la situación, vuelve a mi recuerdo la lectura de "Mil soles espléndidos", ¿cuándo, por fin, esos soles iluminaran el negro llanto de esas mujeres impotentes convirtiéndolo en arcoíris de felicidad y sentimiento?
Mil soles espléndidos
Antonia Portalo
Me alegro de que te guste 😌
Muy bonito, Antonia