Hoy es un día muy especial para mí y no he podido evitar emocionarme. Comparto con vosotros una reseña muy especial de mi libro "Las Palabras Calladas" realizada por la Asociación Española de Pintores y Escultores. Gracias de corazón a la AEPE y a todos los que siempre estáis ahí.
>>
Confieso que leer es siempre un placer para mí. Si además la historia, como en el caso de “Las palabras calladas”, de Antonia Portalo, se convierte en una sinfonía de sentimientos y emociones, de situaciones por las que en mayor o menor medida, todos en algún momento hemos atravesado, no sólo es un placer sino una introspección y una reflexión callada de nuestra propia vida.
La esperanza es el mejor bálsamo para las heridas. Es la mayor moraleja de una historia que engancha desde el primer momento. En cualquiera de las páginas de este libro nos podemos reconocer e identificar, porque el arco narrativo, la estructura general, aborda problemas reales con una gran sensibilidad que a todos nos interesan.
La creatividad que está presente en todo momento se convierte también en algo innovador, porque igual que a los personajes, nos alienta a hacer cosas distintas, a ser creativos, a experimentar nuevos enfoques en nuestra vida.
Una vida que a pesar de los vaivenes y los momentos oscuros, tiene también alegrías, gozos, añoranzas, y sobre todo, tiene vida.
Más sensibles de la cuenta quizás por los difíciles instantes que estamos atravesando, surge la vida como lo único importante y probablemente, lo que más descuidamos en el día a día. La vida. Que surge del jardín, del esfuerzo, de los sentimientos, de no valorar y apreciar lo que se tiene… la vida, que es lo único que importa.
Hasta no reconocernos en esta historia, repleta de heroínas calladas, silenciosas, que pasan de puntillas por la vida, no podremos curar las heridas. Una historia velada y personal, que puede parecer que no importa a nadie más que a la familia, y cuya memoria se guarda escondida bajo llave.
Sólo al ver la luz y ser transcrita y volcada en este libro, se ordena la vida y se genera el diálogo liberador que afecta a la conciencia colectiva de unas mujeres, de un tiempo, de una época que vemos lentamente desfilar en hechos y lugares, en situaciones cotidianas que reflejan nuestras propias experiencias y amarguras.
Para sanar cualquier herida primero hay que reconocer la enfermedad. La pintura, la creación, la vida, el amor, el infinito amor… son en definitiva la cura que se abre paso, como una vacuna misma, para suturar la herida.
Reconocernos en las mujeres de esta historia, nos ayuda a disfrutarla. Viviendo y reviviendo con ellas sus experiencias, logramos mitigar el dolor de nuestras propias heridas y acompañar en el proceso sanador, a quienes consiguen hacernos vibrar y emocionarnos y, en definitiva, vivir esta historia con ellas.
La obra en realidad es una continua sinestesia, una palabra callada, en la que se experimentan los sentidos mezclados, y así, el color de las pinceladas se saborea, el perfume de las palabras nos envuelve y el sonido de su belleza triunfa y nos repara el alma encogida por tantas emociones y tanta dicha.
Todo un regalo que paladear y disfrutar en calma, hoy que las palabras chillan sordas y mudas para muchos.
Mª Dolores Barreda Pérez
Secretaria General de la Asociación Española de Pintores y Escultores
<<
Qué maravilla, qué sensorial, fiel al arte de la gran Antonia.